lunes, 3 de octubre de 2011

Nueva ley (final)


Tengo que levantarme temprano para ir a dar clases al taller infantil de artes. Lamentablemente no recibo sueldo ya que es un servicio social. Por suerte Helena da la clase conmigo, de lo contrario no se si podría controlar a los niños. Mi celular suena, es aun temprano y Adrián ya me esta marcando, no pienso contestar, nunca es algo importante seguramente suplicará por una fiesta para esta noche, no puede controlar su alcoholismo. Aun no es hora de meterme a bañar, leeré el diario en mi celular. Es una maravilla esta tecnología, las noticias están siempre a tiempo y yo he encontrado una peculiar y quizá enfermiza diversión en leer a primera hora las noticias de muertos en la llamada “guerra del narcotráfico”, a veces me hace pensar sí es algo alarmista o si esto ha pasado siempre y con la misma intensidad, de cualquier manera me da un poco de miedo ser yo el que apareciera en uno de esos titulares. Que desgracia no tiene señal mi celular y no podré leer esas noticias de terror que hacen que salte de la cama. Ahora sí ya es tarde tengo que levantarme para irme a dar la clase.


Llegué justo a tiempo, los niños aun no llegan y me da tiempo de ir por el material. Helena ya estaba esperando con su cara de enfado porque ella siempre dice que es tarde, no tengo humor de explicar que me quede acostado intentando leer el diario, la saludo como de costumbre, ya se le pasará el enfado. Otra vez suena mi celular y otra vez es Adrián, no contestaré tengo que darme prisa para la clase.

A Helena le pareció graciosa mi manera de explicar el periodo azul de Picasso, y repite lo que dije en la clase: “Picasso pintaba de color azul en el periodo azul”, y se ríe de mi, yo me defiendo y le digo que es verdad y que seguramente para los niños es así de fácil, como sea en la escuela de arte explican menos que eso, me hubiera gustado no haber estudiado arte, Helena aun critica mi nueva carrera de economía piensa que es una perdida de tiempo y que debo empezar a buscar trabajo de fotógrafo o algo de lo que ya estudié. De nuevo Adrián al teléfono creo es demasiada insistencia, contestaré.

-¿Porqué no contestas? Ahora si es algo grave
-¿Qué sucede apenas son las siete de la noche y ya ruegas por alcohol?
-¡No seas estúpido! Pensé que ya te habían agarrado
-¿Quiénes? ¿De que hablas?
- Ven a mi casa, ¡rápido! 

Deje a Helena en su casa y no le explique nada, ya que ni yo sabia que pasaba así que preferí no comentar nada mientras íbamos de regreso en el auto. Estaba preocupado.

Llegue a casa de Adrián, toco la ventana, sale corriendo, y me dice:
-¡Mira lee esto!
Terminé de leerlo y en mi cabeza suena a una broma pesada. En resumidas cuentas y gracias a su guerra del narcotráfico, todos los mayores de veinte años y menores de treinta y cinco que no trabajen y que hayan concluido una licenciatura, serán obligados a formar parte del ejercito. Militarización retumba en mi cabeza. Yo no podía creer que eso pasaría en México, y claramente yo formo parte de ese sector, ahora, formaré parte de esos encabezados, “joven militar descuartizado por grupo sicario”, no quiero ser parte de mi entretenimiento. Adrián me dice que me vaya a casa, que mañana anunciarán las medidas para la militarización.
Ya en mi casa enciendo la computadora y leo las noticias. No quiero ser parte de esto.

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