lunes, 17 de octubre de 2011

Esperanza

(primer borrador)
Ya ha pasado una semana desde que recibí la llamada de Alejandro. Llamé a Helena, no me ayudó a decidir, y terminó diciéndome que hiciera lo que quisiera. Por el momento no volveré a llamarla. Adrián insiste en que me quede escondido en mi casa, para él es muy fácil decirlo, no siente lo que es estar encerrado, moverse escasos metros y regresar al sillón, a la cama o al restirador donde he vuelto a tomar mis lápices para hacer algunos dibujos.
Realmente lo que extraño es usar mi cámara en la calle. Siempre me imaginé como fotógrafo de guerra, en medio de la acción. Ahora tengo la oportunidad de estar de un lado de la acción, me arrepiento de haberlo deseado. 
Creo que es momento de tomar una decisión, llamaré a Alejandro, y declinaré su oferta.
 Parece que no le agradó que no aceptará el trabajo, dijo que espera que no nos encontremos en algún futuro ya que para él, yo ya había elegido un bando, y por mi bien espero que no nos volvamos a encontrar. Es casi un juego de niños, pero en esta situación hay muertos, es la única diferencia.
Para terminar de arruinar mis días de soledad y tranquilidad, Adrián me ha llamado y me dice que acaban de anunciar que el ejercito tiene derecho de revisar casa por casa para encontrar a narcotraficantes y reclutar a la gente sin empleo. 
Ahora sólo es cuestión de tiempo para que me encuentren. La ciudad está llena de soldados, casi ya no prendo la televisión ni leo las noticias, pero me entero por las constantes llamadas de Adrián que me informa como si fuera un diario.
Solamente puedo esperar a que vengan por mí y no me entregaré tan fácilmente. Cuándo lleguen a mi casa e intenten llevarme al menos tiraré golpes al aire, para poder decir que me resistí. Aún no me capturan y ya me siento derrotado. Imagino como me veré con uniforme militar, portando una arma, temblando de miedo y apuntándole a un viejo amigo.
Suena mi celular y otra vez es Adrián, dice que los soldados ya han pasado a revisar su casa, por lo tanto están cerca de la mía. Lo único que me queda hacer es esperarlos, seguir con mi plan de resistencia y golpear aunque sea al aire, sabiendo que de cualquier manera me llevarán.
Suena otra vez mi celular, ahora es Alejandro, dice que tiene un nuevo plan. Espero que no tarde en llegar.

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