martes, 1 de noviembre de 2011

Sin título


Al contestar la llamada de Alejandro me dice que esta cerca de mi casa. Pasan 10 minutos de la llamada y llega a mi casa, toca la puerta y le abro. Instantes después se escucha un fuerte golpe. Eran los soldados intentando entrar, me asomo a la puerta y me doy cuenta de que han logrado entrar. Con rápidos movimientos, gritos y golpes al cuerpo, agarran a Alejandro. Patean sus piernas, se dobla, Cae al suelo y le apuntan con un arma casi tan larga como el propio brazo de un soldado. 
No me di cuenta ni de como me derribaron y ya estoy amarrado a una silla del comedor de mi casa. Unas sillas horribles, pero tan duras como troncos. No las rompería ni tirándolas de un quinto piso. Volteo a mi lado izquierdo y esta Alejandro amarrado a otra silla, con un saco en su cabeza y las piernas llenas de sangre.
Espero que no estemos muertos. En esta situación no se diferenciar entre estar vivo y estar muerto. Le grito a Alejandro su nombre para que despierte o para comprobar si vive, y sacude su cabeza. Me siento aliviado por un momento, aún no lo han matado. 
Parece que han pasado horas de estar aquí. Se escuchan pasos provenientes del baño. Solamente quedó un soldado con nosotros y eso me asusta más, pero ocultaré mi temor y fingiré valentía y si es posible hasta osadía.
El soldado me ha dicho que sabe que Alejandro forma parte de un cartel. Eso me hace pensar y me asegura que lo matará. Nadie se salva si es capturado. La única manera de que Alejandro salga de esta casa es estando muerto. 
Espero que mi suerte no sea la misma de Alejandro. Prefiero ser arrestado o reclutado a morir molido a golpes por un simio vestido de verde o un soldado prepotente que para mi es lo mismo. 
Lo siguen golpeando y le pregunta por alguien llamado Miguel, pero al soldado pareciera no importarle lo que esta preguntando sino parece más preocupado por asestar golpes. Alejandro no ha dicho una sola palabra, y me he dado cuenta de que desde que llegó aquí no he escuchado su voz. Al parecer su lealtad puede ser más grande que su vida. 
Lo sigue golpeando y a mi me tiene de espectador. 
El soldado desenfunda su pistola, la pone en la cabeza de Alejandro, le dice que ya esta casando y dispara. 

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